Chan-chan, Huanchaco, Huaca de la Luna, Plaza de Armas. Si tuvieras que hacer una lluvia de ideas sobre la ciudad de Trujillo, probablemente pienses en estos únicos destinos como parte de tu tour. Pero siempre hay una ruta alternativa en todo viaje y la Laguna de Conache es el caso de aquello que sorprende. 

¿Una laguna y dunas en Trujillo? Efectivamente, este ecosistema forma parte de los puntos alternativos para la aventura y el relajo en las afueras de la ciudad. Ubicado a 40 minutos de Trujillo, en el distrito de Laredo, la Laguna de Conache ofrece varias actividades para visitarla en familia o en grupo de amigos, desde la pesca de tilapias, pasando por la práctica de tiro al blanco, una sazón norteñísima en el restaurant de la zona, nadar y pasear en bote, hasta sandboarding con un paisaje singular desde la cima de las dunas.


En medio de la campiña trujillana, y rodeada por las escarpadas montañas, se asoma la laguna de conache

Para llegar a Conache hay que tomar la ruta que atraviesa la periferia de la ciudad y nos deposita amablemente en la campiña trujillana, un manto verde circundado por las escarpadas montañas, cuyas cimas se asoman entre la neblina matinal de una mañana cualquiera. De pronto, más allá de los cañaverales emergen orgullosos y caprichosos los algarrobos, con ese tronco oscuro y ese follaje de cordialidad norteña que te regala sombra. Camino afirmado, unos cuantos terrenos lotizados y con el olor del azúcar procesándose, un circo pobre y unos perros cansados de ladrar van quedando atrás en el sendero que nos lleva a la laguna.

la laguna es ideal para la pesca de tilapias, nado y paseo en bote

La laguna de Conache es una formación de origen natural que aparecía con las lluvias y luego se secaba. Gracias a la irrigación de Chavimochic su existencia es permanente debido a su filtración subterránea. Una caminata por sus orillas, con el marco de las dunas y las montañas, que van tomando mayor protagonismo a medida que el sol del mediodía se corona, te regala a un paisaje singular que, junto con los juncos y la totora que crecen en su interior, pareciera como si estuvieras en un mini Titicaca, con el rededor de Ica y en medio de la campiña arequipeña. Pero lo mejor está por venir si te atreves a subir a las dunas.

Desde la cima, a la que seguro subirás con el sufrimiento de tus piernas, no hay mejor recompensa que contemplar el milenario valle que los moche dominaron y al que supieron adaptar para la cosecha frente a los tiempos difíciles del desierto costero. Un mágico paisaje que debes respirar antes de deslizarte por las suaves arenas.

Arena dócil y cielo azul pueden enmarcar la visita en cualquier época del año

Para coronar tu visita, nada mejor que un rico almuerzo en el restaurante al pie de la laguna. Un soberbio cabrito a la norteña y su Pilsen Trujillo más es la recomendación oficial, aunque claro, tendrás que esperar un poco, pues no hay un fluido sistema de atención. Y es que un lugar alternativo como este aún carece de la mejora de sus accesos y servicios. Es una pepita de oro en bruto a la que hay que pulir para ponerla en vitrina. Tiene todas las condiciones para la industria turística de la zona, pero aún está en su etapa rústica, quizá la mejor dependiendo por dónde se mire y hacia dónde se apunte.

La magistral sazón norteña es un buen complemento en el lugar

Con todo, Conache es un destino cómodo, cercano y accesible para quien ya conoce Trujillo y quiere darse una escapada de fin de semana y conocer algo diferente que une varios íconos ecológicos del Perú en un solo lugar. Anímate pues, las dunas no solo están al sur.