se fue al cine

En el nombre del padre …y del hijo.

Relaciones y afecciones en Ramón y Ramón, de Salvador del Solar.

Publicado: hace 5 horas

¿Cuánto pesa llevar el nombre de un padre con quien la relación ha sido solo un fugaz recuerdo de infancia? La última película de Salvador del Solar nos lleva a conocer al joven Ramón (Emanuel Soriano) en el escenario apocalíptico de la pandemia de la COVID-19. Confinado y atormentado por una relación colapsada, es sorprendido por la noticia de la muerte de su padre, con quien tenía una relación prácticamente ausente.

A partir de este hecho, Ramón revive los recuerdos de su infancia y la imagen del pueblo de su padre, Mito, en el Valle del Mantaro, tierra de la Huaconada, folclore típico de la zona donde el castigo cobra tintes religiosos que evocan el látigo y la culpa.

Las emociones de ramón hijo son llevadas al límite en un contexto desolador de la pandemia

Pero Ramón intenta aferrarse a una realidad que no le ofrece ninguna salida. La relación con su novio se va desvaneciendo en el silencio de las calles abandonadas, sin vida, que reprimen la libertad y el deseo durante la pandemia. Intenta romper las reglas, pero acaba llevando su condición humana al límite.

La condición de muerte y el panorama desolador se convierten en acicate de su frágil entereza. Transita entre el recuerdo de su padre, en la figura del huacón castigador y redentor, y el amor que toca su puerta solo para despedirse inevitablemente.

Dos hombres, cuya diferencia produce un coque del que surge un iluminado viaje por la libertad.

No obstante, el infierno de Ramón es alcanzado por la mano de Mateo (Álvaro Cervantes), un mochilero español varado en Lima por el confinamiento. Un encuentro entre ambas y distintas realidades permite un paralelismo sorprendente. Con simplicidad, abstraídos de las luces de una ciudad muerta, los dos hombres se descubren ante sencillas preguntas. Sin embargo, hay una gran diferencia en la búsqueda y el sentir de ambos.

A partir del choque de esas diferencias, surge una necesidad del otro que le impregna una estabilidad grandiosa al film. Cada uno se convierte en el catalizador del otro. Así, ambos emprenden un viaje hacia sus propios temores, reconocimientos y caminos con el fin de enfrentarlos, cueste la renuncia que cueste.

Más que cualquier tensión sexual, entre ramón y mateo existe un lenguaje universal que une a dos hombres en el cruce oportuno de sus caminos.

Emanuel Soriano nos entrega una interpretación impecable que nos devuelve no solo a la zozobra del confinamiento, sino a la ansiedad ante la desolación y la pérdida. Mientras que Álvaro Cervantes es el testigo y el verdugo de una historia que nos interpela en todo momento con épocas y contextos vividos. Y, sin duda, la manufactura de Salvador del Solar y la complicidad del majestuoso paisaje andino y su folclore nos envuelven en el misticismo digno de un cine de misterio.

Ramón y Ramón no es una película sobre la familia. Es una película sobre las fragmentaciones, ausencias paternas y contextos apocalípticos que nos hacen pensar en el Dante en medio de aquella selva oscura y su decisión de explorar, en este caso, su propio infierno y si máscaras.


Escrito por

Kristhian Ayala Calderón

Comunicador social y profesor universitario. Magíster en Estudios Culturales. Jefe de comunicación corporativa. Historias urbanas.


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