Las vidas de Samuel y Silvia se juntan en torno a un invernadero en el que son más que un jardinero y la dueña de la casa. Ambos llegan a este lugar huyendo de un destino de oscuridad. En medio del cuidado de las plantas descubren la sutileza con que cada una vive del día y de la noche, tal como ocurre con ambos, que transcurren sus jornadas entre el ocaso y el alba.
Los caminos de ambos, sin embargo, siempre permanecen en paralelo entre la promesa y la esperanza, palabras que cuestionan la propia existencia. Todas las noches de un día es un constante escape a aquellas sombras que nunca mueren, que se aferra a una libertad en donde el amor es la cuestión ausente, la utopía salvaje de una soledad que aprieta y asfixia. El invernadero, no es más que la figura de aquel momento en la vida en que dos almas heridas acaban huyendo incluso del amor mismo.
Escrita por Alberto Conejero y dirigida por Edgar Saba, Todas las noches de un día es una puesta que vale la pena ver desde la propia interpelación que el guión nos hace sobre el amor y la oscuridad que ensombrece nuestros sentimientos y anhelos. Una introspectiva a las decisiones que marcan un punto de encuentro, o de fuga, en el trazo de la vida. Estupenda construcción de Sandra Bernasconi y Alonso Cano, cuyas interpretaciones, enmarcadas en una espectral escenografía y al compás de una fina selección musical (y la potencia del fado), retumban las fibras de nuestras concepciones tradicionales y postmodernas de la felicidad, la compañía, la lealtad y el deseo.
Va de jueves a lunes, hasta el 9 de diciembre, a las 8 p.m. (domingos 7 p.m.), en el Teatro de Lucía (Bellavista, 512. Miraflores).