La ciudad de São Paulo acaba de cumplir 461 años de fundación en medio de una de las más significativas manifestaciones después de la pasada “Revolución de los 20 centavos”. Y es que si de tomar las calles se trató en aquella ocasión -las marchas y protestas cobraron victimas ante la violencia de la policía a lo largo del país- en esta ocasión son los mismos jóvenes que le han dicho no al crecimiento vertical y la imposición del concreto en las pocas áreas verdes que le quedan a la llamada primera metrópoli de América, la ciudad con más de 20 millones de habitantes. 

Estos movimientos vienen encarando a la modernidad una mayor conciencia de patrimonio natural, pero además vienen promoviendo una actitud íntimamente ligada a la preocupación y nostalgia por aquellos espacios que los paulistanos vienen perdiendo para la recreación. Para São Paulo la historia es solo un referente moderno, una versión cosmopolita que mira con tristeza el pasado solo en una fotografía vieja de aquello que fue, sin vestigio alguno. Un destino cruel para las grandes ciudades dadas al progreso.

Los espacios históricos y la garúa son cada vez es menos frecuentes. los paulistanos miran con nostalgia imágenes como esta 
Foto: ricardo ramos júnior 
@jrrickyramos

Selva de cemento

En definitiva, São Paulo es una ciudad vertical que ha crecido gracias a ser el eje de la economía brasileña y un gran referente sudamericano para el mundo, con una vocación histórica por la industria, desde la antigua explotación del algodón y café hasta la metalurgia y la producción de automóviles, y eso se ve en su arquitectura y desarrollo urbano. El cemento y el concreto se han traído abajo el patrimonio arquitectónico de sus viejas casonas. La Avenida Paulista es tan solo una muestra de ello.

Sin embargo, aún es posible encontrar bajo la sombra de sus gigantes de concreto pequeños reductos de áreas verdes y uno de ellos es el Parque Augusta, ubicado en el centro de la ciudad y que posee un área de 25 mil m². Hace más de 40 años este espacio natural, uno de los últimos vestigios que le queda a São Paulo de la característica Mata Atlántica y su respectiva flora y fauna, que viste de verde todo el litoral y parte del interior brasileño, se encuentra en litigio por intereses privados.

Con más de 25 mil metros cuadrados el parque augusta es el último vestigio de la mata atlántica en el centro de são Paulo, típica vegetación que viste el litoral brasileño. los jóvenes reclaman su protección total

La protesta floreció el 2013, cuando las constructoras Cyrela y Setin decidieron unirse para comprar el espacio y proyectar la construcción de tres torres de 45 metros de altura que ocuparían casi un 40% del área natural y cuyo 60% restante lo convertirían en espacio de administración privada “abierto al público”. La idea podría considerarse positiva desde la óptica capitalista occidental, pues constituye el típico discurso del progreso responsable de las mineras que, avaladas por los gobiernos, venden la idea de un desarrollo sostenible que esconde finalmente depredación.

el proyecto de construcción sobre el parque augusta prevee la ocupación de su 40%, donde actualmente los ciudadanos acostumbran realizar picnic o actividades culturales. la protesta defiende la intangibilidad de este espacio, así como la protección de la mata atlántica en medio de la urbe 

Este fue el punto que enervó a los moradores de la zona y se fue extendiendo como reguero de pólvora a la gran población juvenil paulistana que hace ya buen tiempo viene revalorizando los espacios abiertos y abandonando cada vez más la idea del espacio nocturno cerrado para la diversión, y la Avenida Augusta ha sido testigo no solo de protestas, sino también de una transformación constante en la incursión urbana del arte y el entretenimiento.


Cultura, ecología y carnaval 

El Parque fue declarado espacio intangible por el Municipio el 2004, pero cambiaría su decisión al vender el terreno a las constructoras que, desde 2013, habían cerrado sus rejas al público. Fue entonces que los colectivos y activistas decidieron romper los candados y desde el 17 de enero vienen ocupando el parque y estableciendo una resistencia cultural que ha devuelto a São Paulo un aire de protesta con aroma a “flower power” y a tropicalia, aquel movimiento promovido por Caetano Veloso, Gilberto Gil, Maria Bethânia, entre otros, frente a la dictadura de los años 70.

LA INTERVENCIÓN DEL BLOCO "TARADO NI VOCÊ", QUE DEDICÓ SU TEMÁTICA A CAETANO VELOSO, HA SIDO CLAVE EN LA CONVOCATORIA A LOS JÓVENES Y SU SOLIDARIDAD CON LA CAUSA DEL PARQUE AUGUSTA. CON AIRES FESTIVOS Y CARNAVALESCOS HAN LLAMADO LA ATENCIÓN Y LEGITIMADO UN TEMA QUE TAMBIÉN DEBE SER CONSIDERADO SOCIAL

Los activistas luchan con argumentos legales y con estudios sobre el daño ecológico en el contexto de la crisis hídrica y la ausencia de lluvias (la típica garúa de São Paulo que cada vez es menos frecuente). Contrariamente al discurso del progreso y la expansión urbana, existe en un sector significativo de la población una nostalgia por aquella ciudad que se va despidiendo lentamente de sus vestigios e historia. Pocas casonas, pocos espacios libres y dedicados al contacto con la naturaleza han hecho que estos movimientos sean solo canales de expresión de un deseo que identifica a los jóvenes que, paradójicamente, son opuestos al desarrollo y a la promesa municipal de modernidad sin conciencia del patrimonio natural e histórico.


Más de 8 mil jóvenes participaron en el último desfile ("bloco") de carnaval en solidaridad con la causa del parque augusta. en los próximos días otros miles más se unirían a los desfiles

La ocupación no solo ha devuelto la interacción hombre-naturaleza al Parque, mediante actividades culturales como cine al aire libre, clases de yoga, música, pintura, capoeira, y conciertos, sino que también ha convergido en sus inmediaciones la explosión musical y festiva del carnaval, adelantando en enero la invasión urbana de calles y avenidas con una multitudinaria procesión de jóvenes identificados con la causa y que, además, atraen a otros jóvenes al centro de la ciudad, como si se tratara de una llamada a volver al centro, al origen, a la madre naturaleza que convoca a sus hijos en su defensa. Así, se han producido ensayos y desfiles carnavalescos que han demostrado que se puede hacer protesta con carnaval y con sentido de responsabilidad (los organizadores han establecido las reglas por redes sociales para que ni un solo papel o desperdicio sean dejados en el Parque durante los ensayos). El bloco “Tarado Ni Você”, es uno de los más significativos que ha llevado un poco de axé music y carnaval de Bahia a la ciudad y en el que participaron más de 8 mil jóvenes.

Habla el municipio 

El último 27 de enero, el gobierno del alcalde Fernando Haddad y su Consejo Municipal de Preservación del Patrimonio Histórico, Cultural y Ambiental de São Paulo, aprobaron el proyecto constructor lo cual ha provocado no solo la decepción de quienes confiaron en su protección, sino que ha alentado una postura de mayor intensidad. Los activistas y líderes de estos movimientos siguen convocando por redes sociales a la participación en las siguientes asambleas, han anunciado la pronta manifestación oficial y el 31 habrá más desfile por las calles.

Al final, aun con la aprobación por parte del Consejo, la implementación y recuperación del espacio de Parque Augusta por las constructoras tomará un tiempo mientras se promueve el debate en las instancias políticas, académicas y sociales, como corresponde.

La naturaleza se resiste al avance del concreto en el parque augusta. mientras, en las calles, un nuevo movimiento cultural florece.

Por lo pronto, esta particular manifestación nos llama la atención en momentos en que nuestras otras ciudades latinoamericanas vienen experimentando el mentado “boom” de la construcción y la verticalidad alentadas, además, por las nuevas generaciones, jóvenes como los paulistanos, pero con otra óptica. Sin embargo, no dejemos de ver en São Paulo lo que dentro de un futuro no muy lejano pueda ocurrir en estas costas, pero también veamos cómo también existen casos de modernidad – algunos países europeos, por ejemplo- que no han precisado de la verticalidad y han evitado atentar contra su patrimonio histórico y natural. En Brasil, como aquí, es solo cuestión de tiempo, pero mientras entendamos el arte como manifestación y revolución habrá la esperanza de ponerle Off a la máquina y respirar.