Me siento en la segunda fila de las butacas del teatro por sugerencia de un amigo que sabe bien el por qué de su recomendación. Trato de entender la expectativa, pero hace muchísimo tiempo que no veo un espectáculo de manipulación teatral pues, como muchos, pienso que los títeres y las figuras corporales son cosa de niños. Sin embargo, se apagan las luces y comienza mi viaje. Absorto, me sumerjo en el silencio de la sala, envuelto inmediatamente en esa capacidad de expresar, con cada parte del cuerpo, la mínima expresión de los que somos, vivimos y nos conmueve.

"Desde el azul" se llama el trabajo de Inés Pasic, actriz que vuelve al Perú para mostrarnos con destreza y  singular belleza un recorrido por las reflexiones sobre la vida y aquellas cuestiones que nos abordan en determinados momentos. Me resulta increíble cómo un espectáculo de títeres nos mantiene en un silencio de claustro. Hay niños en la sala y, aun con ellos, nada perturba el ambiente. "Nunca he estado ante un público tan callado", diría Pasic al final del espectáculo.


Ternura e inocencia reflejadas en un diálogo silencioso de gestos

Y es que el eje de esta puesta toca directamente las emociones, sensibiliza aquello que, en la habilidad de usar manos, pies, cuerpo y expresiones faciales, para mostrarnos a nosotros mismos. Una sirena exotizada, la creación del hombre y la mujer, la soledad, la partida, la inocencia y el tierno diálogo de todos estos pasajes con la creadora, que no es más que una preciosa aproximación a la antropología misma, a esa inmanencia que te interpela y te liga a una trascendencia mayor de un creador. No en discurso explícito, ni religioso, cuyo centro es el hombre, sus emociones y sus temores. No me siento ajeno a un espectáculo como este. Me siento totalmente vinculado y frágil, pues entiendo que la vida es esa fragilidad que a veces depende de un ejecutor, de un realizador y de un destino que se hace de esta relación, tan ancestral, entre creador y sujeto.


Hay mucho de mística y belleza en el trabajo de Inés Pasic

De origen bosnio, Inés Pasic ha dado la vuelta al mundo llevando su arte y alimentándose además de experiencias que le han permitido, en 30 años, crear "Desde el azul". Cuando le pregunto, al final de la obra, el por qué del nombre, me responde con esta pincelada su autoría: "Amo el azul infinito del cielo estrellado y el azul profundo de los océanos. Sueño naciente. Me asomo a sus abismos y el azul me absorbe y disuelve. Velo cae. Cruzo Umbral. Entonces, Los dioses me regalan un atisbo de su eternidad y yo les entrego la infinita posibilidad del cambio que hay en el ser humano. No es religión. Tan poco fe. Es vivencia. Mi vivencia. Porque yo sé que soy su cáliz ¡Soy titiritera!".

"Desde el azul" va hasta el 26 de julio en el Centro Cultural Ricardo Palma